Actualmente los niños no son propensos a comer verduras ni frutas y ni tan siquiera se atreven con nuevos sabores o texturas, simplemente dicen que no les gusta o que les da asco. Por ello la tarea de enfrentarse a la comida, es un reto para todos nosotros. Esta semana os daremos una serie de consejos para que vuestros hijos tengan una dieta sana y equilibrada.
Desde que son pequeños, debemos darles responsabilidades como es el hecho de poner la mesa, y que ellos mismo colaboren en la tarea de la elaboración de los platos. Pero hay que acostumbrarlos desde muy temprana edad a que ellos vean en la mesa diferentes frutas y verduras y sobretodo y muy importante, que ellos vean que sus papás también comen esta serie de alimentos.
Según varios estudios realizados, las preferencias alimenticias de los niños están fuertemente influenciadas por las veces que los padres sacan la comida a la mesa y por su perseverancia en volver a enseñar la comida que los niños rechazan.
Si los niños ven de nuevo la comida y los nuevos platos, llegará un momento en que terminarán probándolo. Por tanto, si queremos que el niño coma verduras , es posible que tengamos que ponérselas de más de diez veces antes de que se acostumbre a comerlas o, si el niño es rebelde, que llegue incluso a probarlas.
Según los especialistas en nutrición infantil, la aceptación de los nuevos alimentos como son las verduras y las frutas es mucho más fácil en la franja de los dos y cuatro años. Si los vamos acostumbrando a estas edades, el hecho de comer frutas y verduras será un hábito ya consolidado en nuestros pequeños.
Ahora bien, esto no quiere decir que si el niño tiene 6 años y no se ha conseguido que le guste un alimento no se conseguirá en los años siguientes, sólo que será necesario algo más de esfuerzo y constancia.
El problema no radica en comer diversidad de frutas, sino en comer verduras, ahí es donde realmente encontramos un serio problema
La primera hipótesis defiende la idea de que los niños instintivamente comen para calmar su hambre. Los cereales, los azúcares o las féculas, sacian mucho más que las verduras o la fruta. De ahí su inclinación a elegir los primeros.
Las verduras tienen un sabor fuerte y en ocasiones amargo. Algunos estudios afirman que el gusto dulce es innato, por esta razón los bebés lo aceptan sin problemas; en cambio los gustos ácido, salado y amargo se aprenden y, en el momento de conocerlos serán mejor o peor aceptados por el niño.
Otra realidad es que cuanto menos acostumbrados a tomarlas estén menos les gustarán. Si se pierde el hábito de incluirlas en el menú, el niño acabará por olvidarlas.
Un niño entre 1 y 3 años debería comer, cada día, alrededor de 200 g de verduras y al menos una pieza de fruta.
Las verduras contienen una gran cantidad de elementos nutritivos, son ricas en vitamina A y C, esta última posee propiedades antibacterianas, muy necesario para los niños.
Son importante fuente de minerales, como el magnesio, el potasio, el calcio o el hierro. Asimismo contienen fibra, esencial para el correcto tránsito intestinal. Además su contenido en agua es sumamente importante (alrededor de un 90% de su peso es agua), ya que contribuye a la hidratación del organismo.
En conclusión, las verduras juegan un papel muy importante en la correcta alimentación, ayudando al equilibrio alimentario.
Aquí os dejo una serie de consejos para que los llevéis a cabo para que vuestros hijos empiecen a comer verduras:
– Intentarlo varias veces
Existen multitud de sabores en las frutas y verduras que los niños aprenden a descubrir cada vez que prueban algo nuevo. No siempre les gustará lo que comen a la primera, así que habrá muchas ocasiones en las que necesitarán intentarlo varias veces hasta que se acostumbren al sabor.
Si no le gusta, no le fuerces demasiado. De esa manera evitas que haga una mala asociación del sabor y la comida. Pero hazle comprender que al menos tiene que intentarlo con un bocado. Finalmente aunque rechace la comida varias veces, si se le va cambiando la verdura, terminará probándola y acostumbrándose.
– Ser su modelo comiendo verduras
Los niños se fijan en los mayores más de lo que nos pensamos y ante cualquier detalle con la comida que pueda ser insignificante para nosotros, ellos lo adoptarán inmediatamente.
Un truco para motivarles es cuando haya verdura en la mesa que te sirvas y al probarla digas: ¡Um, qué rico está!, o ¡estaba deseando comer espinacas! Los niños también te querrán imitar y seguro que te sorprenden algún día diciendo lo mismo que tú.
– Fomentar la elección
Para cenar puedes preguntarle qué dos opciones prefiere de verduras que tengas preparadas. Con ello consigues que el niño sienta que su opinión cuenta. También resulta ser una pista para los padres a la hora de saber qué es lo que más le gusta y aprovechar la ocasión para introducir nuevas recetas. Puede que no acepte un tipo de verdura pero hay infinidad de variedades. Debes probar hasta descubrir las que le gusten.
– Poner la imaginación a trabajar
Si presentas el plato de una forma divertida puedes animarle a comer ese bosque que has podido hacer con brócoli, o una cara utilizando varias verduras. Incluso puedes pedirle que te ayude a colocar las verduras en el plato haciendo alguna forma geométrica. El microondas te puede ayudar a calentar el plato si tardáis mucho rato.
– Añadir frutas y verduras a comidas que al niño le guste.
No resulta fácil hacer que los niños coman de todo. Pensemos en nosotros mismos, no comemos de todas las verduras y hay muchas que todavía no nos gustan. Pero otras que de pequeños no comíamos, de adultos hemos conseguido educar el paladar. La respuesta está en intentarlo muchas veces. La constancia y una buena educación en alimentación es importante para llevar una dieta equilibrada y desempeñar un papel importante en cualquier etapa de la vida.
Centro Pedagógico Gabaldón
Directora: Eva Gabaldón Sáez
Licenciada en Pedagogía y perito judicial
Nº colegiado 432
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