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¿Que son las fobias?
Una semana más, nuestro centro psicopedagógico va a tratar un tema relacionado tanto con la población adulta como la infantil, son las llamadas fobias.
Todo el mundo ha oído alguna vez hablar sobre este tema, pero… ¿ Sabemos realmente lo que son? ¿ Cuántos tipos de fobias hay? ¿ Qué debemos hacer en caso de sufrir alguna de estas fobias? A estas preguntas intentaremos responder en las siguientes lineas.
Una fobia es un trastorno de salud emocional o psicológico que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas, sin embargo, no es sencillamente un miedo, pues guardan grandes diferencias. Seguramente todos hemos oído hablar de las fobias más comunes como: miedo a coger un ascensor, miedo a las arañas, pero la realidad es totalmente distinta. En nuestra sociedad actual, existen una infinidad de fobias. Vamos a intentar explicar las más comunes y qué hacer en caso de padecer alguna de ellas.
Aracnofobia: Se trata del miedo a las arañas. Se calcula que la mitad de las mujeres y el 10% de los hombres padecen esta fobia en algún grado. Las reacciones de estas personas resultan exageradas para los demás, e incluso para los mismos afectados. Éstos procuran mantenerse apartados de los sitios en donde pueden encontrarse arañas, o donde han visto telas de araña. En los casos más serios, el pánico puede ser detonado incluso al ver una fotografía.
Sociofobia: Se trata de un persistente e intenso miedo a ser juzgado negativamente en situaciones sociales. Es una fobia de las más comunes entre adolescentes y jóvenes, se calcula que cerca de un 4% de las personas entre 18 y 55 años la padecen. A diferencia de lo que sucede en la mayoría de las fobias, esta fobia social es igualmente común en hombres y mujeres.
Aerofobia: Se trata del miedo a viajar en avión (de hecho, se calcula que sólo el 5% de los pasajeros abordan el avión sin temores de ningún tipo). Sin embargo, las personas que padecen de esta fobia no experimentan sólo una ligera inquietud en el momento del aterrizaje y del despegue, sino que en ocasiones las fobias les impiden planear siquiera un viaje de este tipo, o les ocasionan trastornos de ansiedad ante la perspectiva de un futuro viaje, incluso meses antes de llevarlo a cabo.
Agorafobia: Se trata del miedo a los espacios abiertos, y es un trastorno más común entre las mujeres que entre los hombres. El agorafóbico teme todo aquel lugar donde no se sienta “seguro” o no pueda “recibir ayuda”. El que presenta este tipo de trastorno suele refugiarse en su hogar y rara vez sale, ya que en esas ocasiones experimenta una gran ansiedad. Es la fobia que motiva más a menudo consultas a especialistas.
Claustrofobia: Al contrario que la agorafobia, este trastorno implica el temor a quedar confinado a espacios cerrados. Se estima que entre un 2 y un 5% de la población padece esta fobia. Estas personas suelen evitar los ascensores, el metro, los túneles, las habitaciones pequeñas, hasta las puertas giratorias les pueden presentar dificultades, así como también el uso de equipos para técnicas de diagnóstico médico como el TAC.
Acrofobia: Se trata del miedo a las alturas, no simple vértigo sino un temor que ocasiona ansiedad a quienes lo padecen. La fobia suele manifestarse en situaciones tales como las de asomarse a un balcón, estar en un mirador elevado o junto a un precipicio. Al igual que sucede en otras fobias, aquellos individuos que la sufren buscarán evitar la situación temida.
Emetofobia: Se trata de la fobia al vómito o a vomitar. Hay personas que sienten más que una simple aversión hacia el acto de vomitar, y que incluso cambian sus hábitos alimenticios y sociales en consecuencia (por ejemplo, evitar ir a comer a restaurantes por temor a que la comida que le sirvan allí le siente mal al estómago). Si bien sólo en casos extremos se considera fobia, se calcula que el 6% de la población siente temor de vomitar.
Carcinofobia: Se trata del miedo a contraer cáncer. Es uno de los temores más comunes desde el momento en que la mayoría de los adultos siente aprensión ante la posibilidad de manifestar esta enfermedad. Sin embargo, en el caso de los fóbicos, se trata de un miedo muy antinatural, ya que demostrarán temerle a cualquier síntoma físico negativo, asociándolos todos a síntomas de la enfermedad.
Brontofobia: Son comunes las fobias que involucran elementos climáticos o determinados fenómenos meteorológicos, y éste es el caso de la brontofobia. Consiste en el miedo extremo ante los rayos y truenos de las tormentas. Alguien con esta fobia estará alarmado tanto antes como durante las tormentas, y en casos extremos, padecerán los síntomas de la ansiedad. Incluso puede verse afectada su vida social, ya que su planificación de actividades depende del pronóstico meteorológico, y pueden llegar a faltar al trabajo o modificar sus hábitos debido al clima.
Necrofobia: El miedo a la muerte es algo natural e instintivo en el hombre, posiblemente porque la muerte es lo desconocido. Además, se asocia la muerte con los padecimientos que la preceden, dolor, sufrimiento, etc. Sin embargo, algunas personas padecen de una verdadera fobia a la muerte y a los seres muertos. Quienes padecen de esta condición no pueden explicar con claridad el sentimiento escalofriante que experimentan al estar frente a una momia o a un cadáver.
Cómo podéis ver hay una infinidad de Fobias, aquí os he puesto las más comunes, que incluso muchos de vosotros las padecéis y no sois conscientes de esa fobia. A continuación podéis ver cuáles son los principales síntomas de padecer una fobia.
Señales y síntomas de las fobias
Un síntoma es algo que el paciente siente y describe, como un dolor de cabeza, mientras que una señal es algo que los demás, igual que el paciente pueden detectar, como puede ser el caso de un sarpullido, inflamación o hematoma.
Los siguientes síntomas son comunes a la mayoría de las fobias:
– Cuando se expone a la fuente del miedo hay una sensación de ansiedad incontrolable.
– La sensación de que a toda costa, la fuente de ese miedo debe ser evitado.
– La ansiedad es tan abrumadora cuando confrontan la fuente del miedo, que la persona es incapaz de funcionar correctamente.
Es normal que los pacientes reconozcan que sus miedos son irracionales, irrazonables y exagerados, sin embargo, a pesar de ello, se muestran incapaces de controlar sus sentimientos.
El pánico y la ansiedad intensa pueden incluir: Sudoración, respiración anormal, latido del corazón acelerado, temblor, sofocos o escalofríos, sensación de ahogo, dolores u opresión en el pecho, mariposas en el estómago, sequedad de boca, confusión y desorientación, náuseas, mareo, dolor de cabeza….
Los niños pueden llorar, ponerse muy pegajosos, tratar de ocultarse detrás de las piernas de los padres u ocultar un objeto, o tener rabietas.
Qué debemos hacer cuando creemos que padecemos una fobia
– Identificarlo: Lo primero que hay que hacer para superar un miedo es asumir que se tiene. Aunque pueda parecer algo obvio, a la hora de superar una fobia. El momento crucial llega con el “modelado”: exponerse directamente a las fobias, de forma gradual.
Eso puede ser más fácil de definir, por ejemplo, cuando a lo que se le tiene miedo es a las arañas, pero no así en casos como el de la agorafobia, el miedo a lugares públicos o espacios abiertos. Pero aún así se puede concretar y se puede partir de una causa fundamental como el miedo a las multitudes o a determinadas situaciones sociales.
– Entenderlo: Los psicólogos clínicos suelen utilizar la terapia cognitivo-conductual (TCC) para tratar las fobias. Se trata de un abordaje de doble enfoque: en primer lugar, hacer frente a los pensamientos y actitudes respecto a lo que le produce miedo; y, en segundo lugar, combatir la respuesta física a lo que se teme.
Uno de los procesos que se emplea es la restructración cognitiva, práctica según la cual es posible reparar un “pensamiento erróneo” discutiendo las ansiedades con un tercero o hablando solo.
De lo que se trata es de poner de manifiesto que si uno enfrenta lo que le causa pánico, no hay ninguna posibilidad de sufrir ningún daño.
-Actuar: El segundo ramal de la TCC requiere tomar medidas contra las fobias. Ambos pasos del proceso son cruciales, pero es en este momento en el que hay que enfrentarse realmente a la fobia, cara a cara.
Una técnica común es conocida como el “modelado”, que consiste en observar o pasar tiempo con alguien que regularmente trata con aquello a lo que se tiene miedo. Por ejemplo, quien sufre de aracnofobia, lo ideal es observar cómo alguien manipula una de las más espeluznantes. Cuando eso se consigue hacer sin dificultad, lo siguiente será acercarse cada vez más, sin llegar a sobrepasar lo que se puede asumir en cada momento.
De esta forma, con una práctica regular, se puede desarrollar una “resistencia” a lo largo del tiempo.
– Trabajar gradualmente: Aunque exponerse de a poco a la peor de las fobias puede ayudar a superarla, lanzarse de lleno a lo más profundo de ella puede empeorar las cosas. Andy Field, de la Universidad de Sussex, investiga en la adquisición del miedo. El investigador advierte que al enfrentarse directamente al miedo, puede llegar a agravarlo.
“Si tienes miedo de las arañas e intentas ver la película ‘Aracnofobia’, dejarás de verla a la mitad. Sólo conseguirás empeorar las cosas”, afirma Field.
“Al evitar la situación, sólo consigues reforzar la idea de que debes tener miedo. Lo mejor es la ‘exposición terapéutica‘: nunca tomar más de lo que se puede manejar”.