Problemas de conducta
Problemas de conducta, ¿cómo abordarlos?
La mayoría de lo que un niño hace, piensa o siente son conductas aprendidas. Por tanto, para comprender a los más pequeños, prevenir sus dificultades y ayudarles a resolver sus problemas es necesario que tengamos en cuenta que los papás y los profes, especialmente, intervenimos de manera decisiva en este largo y complejo periodo de aprendizaje.
Lo que ocurre después de las conductas que hace nuestro hijo tiene una importancia enorme: LAS CONSECUENCIAS de su comportamiento. Si ante una misma conducta, el niño recibe un premio o recompensa, dicha conducta será reforzada, y por tanto, es muy probable que la vuelva a repetir. Sin embargo, si ante la conducta no obtiene ninguna consecuencia agradable, no habrá refuerzo y por tanto es más fácil que la conducta se extinga. Pero cuidado, porque los refuerzos no son únicamente materiales. La simple atención hacia el niño ya es un importante reforzador. De este modo, si únicamente presto atención a mi hijo cuando tiene rabietas, y sin embargo cuando juega tranquilo lo ignoro, se estará reforzando la conducta de la rabieta mediante el premio de mi atención.
Además, es necesario que las consecuencias sean siempre similares. Puede ser que día nos riamos ante una conducta, y al día siguiente, dependiendo de nuestro humor, respondamos con crítica o castigo ante la misma conducta. En otras ocasiones, también puede ocurrir que exista un desacuerdo entre el padre y la madre en la forma de reaccionar del niño. En estos casos, el niño no podrá prever con seguridad las consecuencias que va a tener su conducta, y sentirá desconcierto, temor e inseguridad. Algunas veces no sabrá qué hacer, o quizá manifieste conductas contradictorias y desconcertantes.
Por ello, creemos necesario establecer unas pautas básicas sobre cómo comportarnos con nuestro hijo: cómo premiar, cómo NO castigar, cómo establecer normas, cómo dar órdenes y qué hacer ante una conducta problema.
- Cómo deben ser los premios:
– Los premios deben ser consecuentes a la conducta, y obtenerse de manera inmediata tras realizarla.
– Deben ser algo deseado y motivante para el niño.
– Premiar el proceso es más útil que premiar el resultado final en conductas difíciles.
– Cada vez exigiremos un esfuerzo mayor al niño para conseguir el mismo premio.
– Debemos tratar de sustituir los refuerzos externos por internos.
- Los castigos que NUNCA debemos utilizar:
– Ridiculizar al niño en privado o en público. Despreciar al niño.
– Gritarle de forma prolongada o regañarle en público.
– Quitarle de las únicas actividades en las que muestra interés. Sus únicas fuentes de satisfacción y de sentimiento de valía personal.
– Agredir físicamente.
– Demostrar cualquier modo de descontrol ante la conducta del niño.
– Decirle que no le quieres por su mal comportamiento y que nadie le va a querer si no cambia. Decirle que no vale nada.
– Castigos muy prolongados o castigarle por todo.
- Cómo establecer normas y límites. Cómo deben ser las normas:
– Claras y específicas. El niño tiene que saber claramente lo que se espera de él. La norma debe establecer qué tiene que hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo y qué consecuencias supondrá su cumplimiento o incumplimiento. Por ejemplo, es preferible decirle al niño o a la niña “quiero que permanezcas sentado en tu silla hasta que termines de comer” que decir “pórtate bien”.
– Hay que explicar el sentido que tiene la norma para el bienestar del niño.
– Deben estar ajustadas a la edad y al desarrollo evolutivo del niño.
– Ser comprobables. Para poder recompensar la conducta o sancionarla. “Recoger los juguetes en media hora”, una vez pasado el tiempo se comprueba si se ha cumplido.
– Deben ser cortas cuando se anuncian y planteadas en positivo. “Comemos sentados” en vez de “no te levantes cuando comas” significa lo mismo y así no se asociarán las normas con las prohibiciones, le damos un aspecto más positivo y por tanto motivamos al niño a cumplirlo.
– Revisables y evaluables periódicamente.
– Razonables y fáciles de cumplir. Por ejemplo, a un niño muy activo no podemos pedirle que permanezca quieto durante una hora leyendo. Si ponemos una meta demasiado alta, puede que se desanime.
– Es importante que las normas sean comunicadas y aceptadas por el niño. Si es posible compartidas y no impuestas. Respetarán las normas mejor si han participado en su diseño.
- Cómo dar órdenes efectivas:
– Mirando al niño y asegurándonos de que nos oye y entiende.
– Cortas y comprensibles
– Una sola orden cada vez
– Utilizar un tono amable pero firme, la primera vez que se da la orden. Repetirla, solo una vez y pasado un mínimo de un minuto.
– Que no compitan con actividades agradables (por lo menos, al principio), es decir, que las órdenes sean para que él siga unas instrucciones y que mejore la obediencia, no para que juegue (actividad agradable) “correctamente”, por ejemplo.
- Qué hacer ante una conducta problema:
- Retirar la atención: Recordemos que gritar o poner cara de enfado al niño son modos de prestar atención y, por tanto, de reforzar conductas que no deseamos.
- Prestar atención a conductas positivas y contrarias a las no deseadas. Sin añadir reproches o comentarios sobre la conducta inadecuada.
- Retirar otras recompensas. A veces, será necesario suprimir ciertos acontecimientos agradables si el niño manifiesta conductas inadecuadas. Todo esto debemos hacerlo de un modo tranquilo y sereno.
- Tiempo fuera o aislamiento. En algunas ocasiones será muy difícil ignorar la conducta del niño, bien porque no dependa de nosotros (atención de otras personas) o bien porque existe la necesidad de su interrupción inmediata. En estos casos puede ser útil sacar al niño de la situación y trasladarlo a un lugar donde no exista la posibilidad de obtener reforzamiento.
Paula Fernández Blasco.
Psicóloga. CV17322
Centros Psicopedagógicos Gabaldón